No el candor ileso, que al ocaso
se aquieta en nívea curva de la onda,
numeroso silencio de quien ronda
y acecha la armonía, sino acaso
la entrada en el abismo paso a paso:
al alba, el celo oculto entre la fronda,
simétrica simiente, matriz honda
de cesar al abrigo y ser al raso.
Si fértil fue el disfraz en la emboscada
del origen, audaz y doble el yelmo
de quien se compartiera con la nada;
ampara hoy desde el mástil un santelmo
que procede de gémino canoro:
¡Mirad cómo arde el agua y moja el oro!