La florescencia en progresión…

 

 

a Claudia Caisso


 

La florescencia en progresión de una única colina imaginada
se desvanece
en la sinuosidad de la rompiente.


Entre la tierra y el agua la distancia vacila,
femenina: busca en sí la gravidez
de un polo enamorado.
Y la margen se extiende.


Mas ni la primavera ni el otoño repentino
de la onda
se apuran por ser…



–¿Quién viene y se va,
quién se para en la piedra
y se abriga tan sólo en la serena
intermitencia,
con que el encaje derruido de la espuma
se restituye a la mar?


 

Quizás no te lo preguntes
ante las hojas trémulas,
pero te turba
la indecible generosidad
con que reverbera en lo igual la infinitud…


Y ves otra nación, pasar tras el ramaje:
cenicienta, gravita
como de muy antiguo:


(había para mí, en la cocina
y en los fondos,
un quehacer continuo del murmullo,
y dos sílabas italianas
contenían una madre más extensa
y todas las sagas del corazón;

había también un aire ebrio;

y confituras: pero el aroma estaba ajado
ya, por la intuición
de un desprendimiento inevitable…)


 

¿Es esa nación la que, alba, nos deslumbra,
la propia infancia sin ‘sombrilla’, ‘hongo’, ‘piedrecita’',
sino sólo un caracol desolado
para adormecer a Eco, y crecer,
sin la voz,
hacia ultramar de la pregunta?


Ella crece y deslumbra;
adolece sin espejo inicial
o simplemente migra,
como a través de un ansia en incesante
diástole, y deslumbra;
porque tiene el candor y la desatención
de sí,
de quien hallara la forma…

Y es así con todas las ‘familias’ del reino.

Nosotros, en cambio, abstraemos:
desplegamos y plegamos estas sedas,
pero de una manera tal,
que fulgor y opacidades nos ofuscan:

y nos duelen los contornos…


Como el espacio y la espontaneidad del paso
alguien vivo, mucho tiempo
de prisiones o jaeces impedido;


–di: no debemos así,
aprender a morir?


 

De occidente a levante un solo aliento;
y la acrobacia amorosa,

cardinal y distendida



por sólo demorarse en un límite…

 

 

 

HAP