Un corredor en el acuario abierto,
vuelto al cielo:
‘sitio’ es el azar y el frío, izados
por una evocación
hacia la luz delgada
e infrangible
(la persistencia virtual de esa evocación,
–un nombre–,
la soledad en el reflejo
de su cifra de floración constante )
Diferencia en el delta de aire vivo,
la velera cruz que pasa, de plumas imbricada,
criba el vahído de imaginar la linde…
Las fachadas se extrañan en un hiato íntimo
y cada vellón de morosidad que sesga
la cortada, [*]
sucede
y le nimba
un ejido de infinitud
Se nace a la cava de una latitud peregrina,
o sólo a la ubicuidad matriarcal
que leva unas espumas de primicia
en su azoramiento de crecida,
por la ya articular, reglada transparencia?
El roce hace obvia la holanda,
desmiente la desnudez originaria,
irradia desde la piel el vuelo
del vestido:
tu ceñidura de mundo,
de pétalos alrededor
de una corola necesariamente imaginada,
entre los hilados de extensión
y los hilados de inflexión,
suma de nieve
en colección
armilar,
para otra luz:
una estrategia de haces conjuntivos
con las fugacidades de ida y de retorno
del cautivo,
del tiempo en el arco.
La intemperie asila el celo del combés.