El mar

 

 

 

 

para Armando

 

 

Pardo en la playa, glauco en la altura,
con puntadas de nieve, la costura
de azar suelta, delata el movimiento,
la hazaña de la forma que fulgura,
y es de una y otra muerte el alimento.

Si cesara en sus sílabas mi acento,
la impiedad de la luz se haría olvido:
yo suma, sueño y salto, suprimido.

Por dar sal a la sed, curva consciente
de qué une en la cultura del sonido,
la más fértil y fiel de las figuras
es su onda, y ella dice: “te apresuras”
a mi hora, que está atrás, y se resiente,
y sonda un mar lêonado y diferente.

 

 

 

HAP