Quiere inhibir virgen, ambigua, esbelta,
la onda, y no levita nuestro paso,
incide una unidad y la hace delta,
la hace línea elusiva de su ocaso.
Un vellón de sopor extiende el verde
y el oro a diario incólume, la lengua
que se abisma y luce, veril y mengua
del lábil muro que la ciñe y pierde.
Del poniente prïeta en el zafiro,
nos devuelve al flujo su fijeza:
es gracia aérea, no naturaleza
entre el agua y la tierra su retiro,
costa que complica, hora que la mella
en el aura en que cambia, siendo ella.