Recordando un rostro muerto, en la demora
Desolado y sobrio como última quimera
en el despecho azul del cielo al despertar,
un espejo anfractuoso, un susurro y un jaguar
disuelto en el sigilo de sedas que esparciera…
La certeza retráctil del indicio es ligera
emergencia de voz derrocada en ultramar;
porque el bajel no cede su forma al naufragar,
se resiente en la suma undosa que lo espera.
Se intuye la mirada que el velo vuelve a un lado;
hialino el ojo, roto el labio, empecinado
estás en resumirte y tardas, como otros seres,
raudal rendido, en delta agrio o nítida ensenada;
cavilas con un terco mutismo y te refieres
a lo que implica en todo, abroquelado en nada.