A una voz
La dulce artillería en las puntillas
de una voz, criba el cauce del silencio,
la prisión del licor, el prisma recio
en que el nectario aseda y maravilla.
Celoso nimbo ansía, no enemigo,
el desamparo estéril del vigía:
a quien sombra asediaba, luz hería,
la dual incandescencia halló consigo.
Subsista en la campana sumergida
constancia de un repique intermitente,
el eco íntimo, el clamor urgente,
que nos llama al asombro y a la vida.