Reflexión crepuscular

 

 

Después y antes no hay tiempo: está el mar, sin el acento
de tu voz, sin la prisa del eco en la calina

  Crespa prisión en suave custodia del espacio:
la identidad, mota sidérea en añil lacio. 

La angostura de azogue vacilante
frustra la fuga de Narciso en el sonido,
la seda vacante que equidista de ambos cipos.

  transmigra el lacre absuelto y se consuma en la flor:
¿no es
olvido de sí y sangre, vacío y tenor?
 

Con coherencia de azul un doblón incandescente
devalúa la tarde hasta el olvido;
crujido de hojas, voces lejanas, como en urnas:
el aire frío es un lebrel dormido.
El jardín se resiente de noche en claves diurnas. 

 

 

 

 

HAP