Laura, ya enferma
La simetría herida rasga el azabache
de los ojos; ternura en uno de ellos
el cariño y candor guarda de ambos como sellos
que estampan muda espera del golpe que los tache.
La noche del cabello oculta una hundida sien:
la sima del dolor y certeza de la hora
en que intuye el abismo la barca cuando escora
y el navegante exhausto se dice: «Está bien»…
Si la frase aún justa, la voz asordinada;
el andar ebrio y grávido; un sopor persistente
que insiste entre el bullicio más cruel de la corriente
y la envoltura tibia de la nada.
«Rêalidad es vigilia de las cosas» — Del labio
la púrpura fibrila y rubrica el agravio.