La que pulsante luz me determina
en un teatro cóncavo y vacío,
de vida es la certeza peregrina
que socavan vejez y desvarío.
Un ámbito por muros adulado
–si infranqueables, débiles, derruidos–
del futuro, el presente y el pasado
preserva el eco, dobles de sonidos.
¿De hitos se despoja el espejismo
al transitar a densidad distinta,
y en ese paso sólo se disuelve,
o, como la quimera quiere, vuelve
la ilusión, siempre de otra forma encinta,
de seguir, abolido, siendo el mismo?