Corpus palpitans

 

 

 

Palpitas y dêambulas, edificio encarnado,
rítmica eres morada del huésped intangible
con constancia de mar, que a tu entraña hace posible
la suave intermitencia que mece en gran calado.

Lates como en la palma un polluelo que del nido
el viento ha derribado, y es luz interrumpida,
un vuelo trunco y siempre ciego a la salida,
puente tenue entre oscuras dos márgenes tendido.

Fascina tu interior con espejos ‹en abismo›,
florece en el lugar en fuga la rosa abstracta
que en el plural de pétalos cifra su corola:

el enigma de un mundo que cambia siendo el mismo;
queriendo unirte a él, lo nombra… y lo contacta
cuando ya no es idea, ni es voz, ajada y sola.

 

 

 

HAP