En el cráter del Batea Mahuida, 28/ 3/24.
Para Rafael G. Giménez López,
empático y generoso conocedor del lugar.
De araucarias el filo de la cresta almenada,
cerca un seno de pardo y estéril terciopelo,
aunque el verde tenaz crece y cubre el recelo
de la piedra: ser linde que al lago disüada
de dejar de vibrar entre süeño del fuego
y vigilia del agua; ominoso presente
que en la lava virtual del silencio se sïente
como acecho del aire, y como calma luego.
Ojo es que mira al cielo el enigma de este claustro,
al par que abrigo ambiguo para quien lo atraviesa.
Llama libre en la luz y cautiva en la tïerra,
equidistantes sabe de sí aquél que yerra:
en magnitud del eco, sigilosa pavesa,
en certitud cinérea, punto pronto exhausto.