Cuando a miopía suple la visïón lejana,
    se dispersa la bruma y muda en línêas de fuga,
    en rectas convergentes, con mundos que subyuga
    un punto ebrio: el más distante, del que emana
    
    el vértigo de hender esa hondura horizontal
    con la quilla del ser, estático y ante sí,
    desêoso de la deixis que, abolida ya aquí,
    es don de la distancia, y del yo, orbe y umbral.
    
    ¡Quién pudiera en la noche que llevamos cautiva,
    articular así el tiempo con tal perspectiva,
    como en un bastidor perfil al color revela
    
    cuánto el alma en sincrónica nitidez anhela
    gozar de las figuras que pintan en la tela
    sueño y olvido en una sola imagen viva!