La leve insinuación de la sombra que se inclina
se acentúa en tus pasos con la seda sinuosa
de la senda que aplaza la sutura y desposa
el dolor y el placer en el fervor de la espina.
Las colinas gemelas prodigan la figura
que una curva dramática acuña en el vacío,
y no abriga la voz, si no un hálito tardío
promete en la oquedad al fuego húmeda captura.
¿Y hay columnas más dúctiles que ciñan un sismo,
o más, en el vaivén, voluptuosos capiteles
con que tu intercolumnio ardiente haga que reveles
su secreto cenit a quien no será allí el mismo?