(Entrando al río en brazos de Lucio, debido a un impedimento físico, y a poca distancia del lugar en que lo animé a zambullirse siendo niño.)
La parda opacidad que circunscribe
al joven nadador con su frescura
lo hace padre del padre, transfigura
en sí mismo el paisaje y el declive
de aquél en apogeo, cuando antaño
amparo de la ávida corriente
era su brazo, hoy inconsistente
en la hondura propicia al engaño:
la ingravidez de amor en la que flota
uno, ¿del otro es el magnetismo,
nostalgia ecuatorial que siente un polo
y con aquél comparte que está solo,
o del tiempo es el dual misterio mismo?
–Lleva el instante el agua en cada gota…