La sierpe omnipresente… [***]

 

 

 

Un reino de distancias abolidas,
un reino de palpable cercanía,
en el que la aquiescente negación
desposa a un aserto sibilino.

 

 

La sierpe omnipresente y ciega cerca al que duerme
con una nervadura de horas suprimidas,
deja a la identidad inerme ante la bruma,
rasgada de repente por la ‹muerta›, apacible
naturaleza, símil de barroco flamenco:

 

Un racimo de moras pendía junto al río
(¿quizá uno de los mismos que cortabas
con fruición de este lado de Aqueronte?),
y al preguntarte «¿son moras?», «¿son moras?»,
sin que lo viera, diste vuelta el rostro,
como con un pudor por ya no estar…

 

–El enjambre azabache de cabellos
de tu nuca fue noche, y cada drupa
morada de los frutos, una estrella caduca.

 

 

 

HAP