Sobre el poema
La alegoría (gr. ἀλληγορέω, ‹decir algo distinto de lo que normalmente se entiende con lo dicho›, ἄλλος, ‹de otro modo› + ἀγορέω, ‹hablar› (y, más precisamente, en público, en el ἀγορά [ἀγείρω, ‹reunir›]) «a diferencia del símbolo ‹manifiesto›, contiene una relación intelectural-constructiva entre lo representado y lo aludido. Su sentido debe deducirse mediante la interpretación de las indicaciones proporcionadas, a menudo ocultas (a diferencia de la metáfora)».[1] Es una «…animada representación plástica de un concepto abstracto o claro razonamiento, ‹buscando el poeta lo particular para [la expresión de ] lo general.› (Goethe). Contenidos representativos claramente comprensibles y delimitados con nitidez son vestidos arbitrariamente con una imagen, cuya relación respecto a lo aludido necesita explicación; de allí el peligro habitual de deslizamiento a lo meramente racional.»[2]
En extremo esclarecedor es también el pasaje de T. Todorov al respecto, en Teorías del símbolo (pág. 286):
«‹Existe una gran diferencia entre el poeta que busca lo particular a través de lo general y el poeta que ve lo general en lo particular. De la primera manera nace la alegoría, en la cual lo particular vale sólo como ejemplo de lo general; la segunda es la propia de la naturaleza de la poesía: dice un particular, sin pensar a partir de lo general y sin indicarlo. Pero el que aprehende vivamente ese particular recibe al mismo tiempo lo general, sin advertirlo, o sólo advirtiéndolo después.› (1822; JA 38, pág. 261)
Es la formulación más célebre de la oposición entre símbolo y alegoría. Sigue a una comparación que Goethe hace entre él mismo y Schiller. La diferencia entre ambos conceptos es la que también existe entre ambos poetas. Goethe, evidentemente, se reserva el papel simbólico. La valorización de uno de los términos opuestos es buscada aquí: no sólo porque Goethe se identifica con él, sino también porque la poesía, toda poesía, es o debe ser fundamentalmente simbólica[3]. Advirtamos que es la primera vez que la oposición se aplica a la poesía y no ya a una materia visible. […]» (las negritas son nuestras)
El título del poema es en cierta medida paradójico: en la yuxtaposición, el modificador Zeit- califica a Allegorie como alegoría ‹de la época contemporánea› (del mismo modo que en Zeitkritik); pero esta alegoría contemporánea es, a la vez, futura (künftig): critica y habla del presente, desde el futuro, como de un mundo aniquilado, de un mundo que fue, un mundo llevado a la ruina por un sistema devastador. De allí que los verbos estén en pasado (»Es war einmal…«, «Había una vez…», etc.), contrastando con el presente (kommt) de los tres epígrafes con los que pretende imbricarse, merced a la persistencia del motivo central (el barco): el epígrafe del místico medieval Tauler y el del barroco Gryphius –ambos sustentados por la serena y segura confianza de la fe–, a los que se añade el mucho más cercano de von Hofmannsthal, anticipando el tema social.
La concatenación alegórica se hace patente: el barco es el planeta, nuestro planeta, perdido en el espacio cósmico («una extraña alta mar»); este barco va cargado con los exuberantes y variados frutos de la tierra (die Fracht) y con seres animados (no sólo humanos, si se quiere: los ‹pasajeros›), el sentido de cuya existencia es enigmático (su ‹viaje› no tiene una meta definida: ohne Reiseziel). La mayoría de esos pasajeros está sojuzgada (unter Deck), como en el poema de von Hofmannsthal, y forzada a un aislamiento mutuo (abgeschottet), para anular su eventual resistencia. En los tres versos siguientes, la niebla y la tempestad aluden a la agudización de las contradicciones en lo social y, no en último término, al problema ambiental, que parece haber alcanzado o estar alcanzando un punto sin retorno.
En el verso 7mo. entra en escena esa asidua acompañante de la alegoría, la personificación, en la figura de Palinuro, de un Palinuro, aquí, inverso: no el fiable y prudente timonel de Eneas adormecido por Somnus, sino un poseso insomne (schlaflos) que, compelido por su propia pulsión tanática, por su propia naturaleza –tal la del sistema que nos gobierna–, conduce su nave y a sí mismo a la perdición. El férreo mandato nos obliga por principio –aunque algunos logren transgredirlo–, tanto a permanecer en el lugar que tenemos asignado en la estructura social (die Kajüten nicht verlassen) cuanto a no poder abandonar la nave (niemand geht von Bord).
La acepción arcaizante de Pilot = Lotse, esto es, la aplicación del término al piloto de un barco, permite calificar a nuestro Palinuro de Amok[4]-Pilot, como lo fue aquel co-piloto de Germanwings que estrelló su propio avión con 149 personas a bordo en 2016.
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[1] »Im Unterschied zum »sinnenfälligen« Symbol enthält die Allegorie eine gedanklich-konstruktive Beziehung zwischen dem Dargestellten und dem Gemeinten. Ihr Sinn muss durch Deutung der oft versteckt gegebenen Hinweise erschlossen werden (im Unterschied zur Metapher).« [Brockhaus]
[2] »bildhaft belebte Darstellung eines abstrakten Begriffes oder klaren Gedankenganges, indem ›der Dichter zum Allgemeinen das Besondere sucht‹ (Goethe). Rational klar faßbare und scharf abgegrenzte Vorstellungsinhalte werden willkürlich in ein Bild eingekleidet, dessen Beziehung zum Gemeinten der Erklärung bedarf, daher oft Gefahr des Abgleitens ins bloß Rationale.« [G. von Wilpert]
[3] De allí también el carácter «reaccionario» de la alegoría del que hablaba Barthes y la predilección de la Edad Media por esta figura: precisamente por su forma de detentar el sentido, determinándolo ‹autoritariamente› de antemano.
[4] Amok: malayo, ‹rabioso, furibundo›; Amok laufen / fahren: ‹matar poseído de locura homicida›.