(Respuesta de miríadas de voces al unísono, desde la transparencia de un cielo nocturnal)
Te asomas al jardín astral y el corazón siente
deseos de gritar a las estrellas: «¡Mirad!
¿Por qué ese fulgor sigue, si muero, indiferente?»
«–Ves aquí un espejismo, y no más, de eternidad…»