Un viento anaranjado…

 

 

 

 (de noche, bajo un cielo encapotado y refulgente)



Un viento anaranjado enciende ahora
el cauce de cenizas del largo temporal;
el agotado gris temblando ignora
cuánto agobió a la tierra, invertido, su caudal.

Pendía inerte y plúmbêo se desplaza,
impulsado por una misión meridional:
despejar con un soplo vital toda amenaza
de anegar con quietud noche y día por igual.

Âerófono espectral, desde el follaje lejano
de plátanos se eleva y crece un susurro urgente,
que insiste en revelarnos el arcano

de cómo puede el mar, ya intuido, estar presente
de tal modo en el aire, sin que el pulso se sienta,
sino sólo el frescor que de sí dio a la tormenta.




HAP