a Cloris
De todas las maravillas
sólo siete el mundo ve:
más barrocos que la Sonia,
colgando como un cairel;
de Artemisa el templo en Éfeso;
del gran dios la copia fatua,
criselefantina estatua;
para no dormir al raso,
o en isla –que es tierra en agua,
nube sola en cielo abierto–
Rodas, digo, ese coloso,
toro juerte, pingo brioso;
y haciendo de noche el día
no hay más de maravilloso.
Por eso lo que deslumbra,
desde el principio hasta ahora,
lo soterrado que aflora,
y con dulcísimo timbre
cautiva a eLe en su urdimbre,
¡es la mina payadora!…