«Cantémole a lo que enfiesta
nuestro amor libidinesco»
A riesgo de ser ridículo,
yo con el gaucho Fonseca
me la juego a cara o seca,
y el «amor libidinesco»
a referir ya me ofrezco,
como quien sabe que peca.
Empiezo por el mirar,
que es ese «sabroso oficio» [*]
o un arte con que acaricio
el empujón que de dentro
nos crece buscando el centro
y nos arranca del quicio.
Luego diré que pa’ ver,
una es la que más me turba,
y ésa es la forma curva
ciñendo cuerpo ’e mujer:
hondo valle entre dos montes
me enciende como un brulote,
aunque mezquine el escote;
la pierna bella me escalda,
más, si en breve minifalda;
y el anca, pa’ qué le cuento,
sube el ardor ciento a ciento.
Me gusta la transparencia,
que luz de amor es y ciencia;
china e’ miel, lanza en ristre,
¡qué digo, si se desviste!
Fonseca, aunque el Moliner
este giro no lo acepta,
–usté dirá: «como es lógico»–
yo ansí llegué a merecer,
por verde y por sotreta,
el mote ’e «viejo ecológico»
por parte de mi mujer…
Pero acuérdese, mi amigo,
la libido más «enfiesta»,
cuando alude y menos muestra,
teniendo en este sentido
con Poesía un parecido,
si ésta es como la nuestra.