Atacando a nuestro arte,
reprochándonos que es yermo,
un escritor regional,
menos Apolo que Marte,
de apellido Marechal,
–dice mi hermano Guillermo–
en su obra del Adán,
burlón pregunta y matrero,
como si fuera un refrán,
«por qué caga blanco el tero».
El agua duerme en el pozo
como el fuego en el rescoldo
o en el iris la color,
y de criaturas, Leopoldo,
de vidas que crió el Señor,
duerme el misterio más vario
en saber veterinario.
Ansí que piénselo un rato,
que en el mate se le meta:
la orina tiene un urato,
el pájaro no la excreta;
aunque idea se haga vaga,
tomeselá por tarea:
lo blanco que el tero caga,
viene, don, de que no mea.