a la voracidad de los jóvenes sobre la impertinencia de una precipitada ingesta [***]
Peregrino que llegas a esta yerma sala,
si no puedes oír lo que el silencio propala,
antes de que te lleves el mendrugo a la boca,
lee mi advertencia, y sabrás lo que te toca:
«Aunque el ayuno te atenace, espera
a los demás; te harás, si no, una fïera.
Esto que fue una vez comedor de una familia,
hoy es un cebadero, que hambre y prisa concilia.»