Obrera dulce…

 

 

 

Obrera dulce de mi cáncer, sube
aún más el tono del reproche abstruso
y en la herida crüel, en el abuso
reinventa el rencor que no te tuve.

Luces ajenas pueblan tu morada;
balbuceas dislates, que medita
tu lengua, y ves el mundo darse cita,
por pausarte una verba que anonada.

Delira en ‹nueva vida›, resurrecta,
tu tersura ya ajada, el rictus, hiel
del alma aterida, que proyecta

desgarradora necedad al fiel
en que se mece amor acribillado,
y se concentra en sí, y mira al hado.

 

 

 

HAP