Mecida por silente marejada,
mera atmósfera, nube sin perfil,
como clemente halo o cerco hostil
apareces de súbito en la nada;
y es el tiempo estival de vacaciones
en la infancia, es un patio con sus plantas,
la vieja galería, la cisterna,
canarios, ‹chilenito› y cardenal
acribillando gárrulas prisiones
con frenéticos vuelos, notas tantas,
que el clamor con fragor de alas alterna
en el quiescente abrigo de lo rêal…
Y en la entraña hay figuras fantasmales,
incólumes, tan vivas y constantes,
que aquí siento pulsar a las que antes
de Lete son
recónditas rivales.