«–Desentendimiento, por sólo un dibujo
más profundo: eso es
un corte», explicaba
el flirt todo lo negro de su hábito
las manos
en cruz, cómo tejiera esa red entre los dos
la mexicana,
cómo la amara meta y deseara intersección
el vano del desnudo;
Superiora voz
le ordena ahora, señalándome
(La anciana
se paseaba por el cuarto):
«–Que lo sepa
–gritaba– de voz joven,
que lo sepa: un niño,
un niño llevando el cuajo y la nata
en la tormenta;
jesús bajo ese óvalo
en que un reflejo de menta ensombrecía
la escama de las armas, su mano
desde entonces
movía al
pecado»
[principios de los ’70]