Dos diligencias casi dispares
del renglón a ruego
que va y
viene.
Una a cargar
y es
cisterna dual
entre colinas,
sílaba
que empieza ya a
estar
como de más.
Otra recógese
en dejada, asemejada
pluma
al gatillo de su tinta,
gatillo de escribir
en la pared del
pleito,
lo que del pleito insinúa
la descarga:
un crecer
no semejante a la luz en cuántos
ni a la sombra en cómos,
sino a las porras
de la luz.
El chico borra,
–o es
su oruga momentánea, (a
más
tardar…