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parcialidad, la estrella raptó primero a 5 chacos sucesivos
para que recién, gozándola, rutilara el nivaklé.
Lecho no, lácteo o campo sino del
Deporte
que pierde al cuervo entre esas copias,
abra para la mentira límite, el agua
lleva siempre estrellas a lo hondo
y la mano
se confunde cuando bebe, –o
quita un nido–,
justa, no en la lenta
casuística del suelo
sino en la humedad veloz del matricidio
un llamado
de hojas grandes que fue después raíz,
tabaco:
en su interior
así lo acierta
el alma diaria que nos echa el arco
del narcótico, hontanar
–allá–, y oeste
de la flecha aché:
“–eso es aquí la identidad, –dijo la mancha
un resplandor o tránsito fugaz a través de mi sigilo
en la que joya ha de raptar lo ajeno no,
sino jaguar,
la crispación, más rubia
de la noche, –si Elé–, más lacia
que sus bandas, –si Santó–
volviendo a la captura del pariente.”
Otra azúcar se acepta guaraní,
concentración que patronímico hace campo
y siega cazador:
(“–esos regalos, rondando
debió tenerlos allá antes
Fizäök-äöyich el vecino
celeste ejido de la sarna
Pereira, a su
reducto