Nota a «ll!…»

En este poema –como en la mayoría de los de este tipo y período– el uso del rojo en tanto elemento distintivo está en función del logro de un sueño tan viejo como imposible: poder ‹decir› (= escribir) dos cosas a la vez; superar la linealidad (sucesividad) del lenguaje y de la escritura, merced a la simultaneidad.

No sólo no me molesta, sino que me parece legítima la inclusión de estos poemas en la llamada «poesía concreta» (o sus denominaciones cercanas o alternativas), tal como lo ha hecho Jorge S. Perednik en su antología (Poesía concreta: A. Artaud, M. Bense, D. Pignatari y otros, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1982), si bien jamás me identifiqué teóricamente con el concretismo, y guardo por supuesto, sobre todo en la actualidad, diferencias diametrales con sus postulados teóricos, tal como pueden leerse, por ejemplo, en Del verso a la constelación de Eugen Gomringer. Tal vez la principal limitación del concretismo radique en el radical recorte de los recursos que opera, al renunciar por principio (tácitamente) a la dimensión sintáctica y, por lo tanto, discursiva de la palabra poética: en efecto, si se genera en el poema concreto una sintaxis, se trata básicamente de una sintaxis inversa, de una sintaxis ‹de la palabra hacia dentro›, digamos, de una suerte de ‹minisintaxis›: el empobrecimiento discursivo resultante es evidente.

Una curiosidad: aunque resulte difícil de creer, debo decir que, a comienzos de la década del 70, yo ignoraba la existencia del concretismo como género. Me enteré de ella, en realidad, a partir de materiales que me trajo Anselmo de Europa, sobre la Bienal de Venecia - 1972 y de los aparecidos en una revista que, si mal no recuerdo, era «El cormorán y el delfín». No sería exagerado afirmar entonces que estos poemas están inspirados, casi exclusivamente, por una maravillada lectura de E. E. Cummings.

Sirva de todos modos el ítem del índice poesía ‹concreta›, más que como asignación genérica, como simple indicador de aquellos poemas en que, de alguna manera, destaca el uso de elementos visuales (tipografía, espaciamiento, etc.).