Amor: la misma voz del jilguero, restaña
la soledad transverberada.
Ante el que aprende, has aparecido en la plana incompleta,
como el renglón exhausto,
como el ilapso extenso de la isla a mediodía,
cuando raya al sauce una luz de plomo.
Del panal, eres misión y celda.
Maduras hacia una jazminería
torreada en el aire más leve de la noche;
desde esa altura me dejas caer
al orden sin margen…
Todo será después, amor, igual que en esta cámara: [*]
habrá allí una página vuelta
y tu ardor silencioso,
el ardor vano del trigo en la cripta.
Sí, porque estarás allí, hondo, hondo,
malogrado oro, de espaldas a mi sombra
ya definitivamente distraída
de la brevedad…
Y será afuera un nuevo día
con su nube salmonada y la saloma
antigua, para la faena de nadie
en los labios de alguien, en el olvido de todos:
„rolle, ja rolle
rolle Schifflein hin und her,
tanze, ja tanze
auf dem weltbewegten Meer“ [*]
El nombre de un navío no leído
hace a lo lejos más instable la ambigüedad del muelle.
Cinco, –cinco letras? para insistir en ser, sobre la mar.
Insiste así e inclínate, oh, inclínate
hacia la estela en fuga, la entrega apaisada…