Al primer poema de Verónica Josefina Vittori
Abstraída se obstina la mirada:
de tan limada, pura y contenida,
sólo asume la luz que se elucida
en el páramo justo de la nada;
y en esa faz de altura acrisolada,
se cultiva hialina y olvida
la transitoria rosa, ahora arecida:
la prenda del amor consubstanciada.
Aquí el dolor conoce, y evasiva,
si se eclipsa aterida, ya fenece;
si se ensimisma y otra alba sueña,
aturdida despierta y deriva
en la luminiscencia nueva, y crece, [*]
y en ella se alucina y se empeña.