(Presentación de «Atlas de la poesía argentina»)
A Ángel Beguez,
fallecido por electrocución
¿Está allí el vacío,
    en las lamas de plata
    sobre las que danzas
    con tu indómita canoa,
    dibujando la estela
    fina de suave armonía,
    sujeta, con las redes,
    al hondo equilibrio
    que a oscuras hallas sólo,
    a la álfica frontera
    donde todas las materias,
    malgama áspera y fresca,
    son ya brumas de celo?
    Y al alba, de regreso
    al rancho de arañas [*]
    que descienden con pesados
    pasos, como brujos
    lentos, pellizcando
    el más flojo cordón
    de sus misterios,
    su tejido perezoso,
    salas la pobreza
    contra el hambre que siempre,
    naciendo enemiga
    como el búho, la noche
    esparce sobre la magia
    saltarina de tus hijos
    brotando de alucinada
    varilla de virtudes
    que habrían de imitar:
  
Nadad sobre el agua de oro,
      cuando sea tersa y mansa,
      de este río desprendido,
      como lo hace la caña
      lisa, ya madura.
Y muerte sería
    giro último, el más leve
    de arrobo distraído,
    de rebelde acrobacia.
    
    Era ya encantamiento
    de lumbre vastísima
    tu translúcida morada.