A mi madre
Nuestra vida se cifra en cada flor,
el otro reino que celosa crías.
Recuenta cada uno de tus días:
olvidarse de sí, y, en el candor,
ceñirse sola en forma y color,
medrar en la abstracción, sin pensamiento,
y disgregarse –aroma en el viento–:
instante embriagado de amor.