En la incesante audición del canto de las aves
Ser una diluida en el paisaje
y obstinada variación de sí,
ser pura alusión en el ramaje,
concentrado temblor del frenesí:
una aérea pincelada en la linde
que tu reinado gémino rescinde.
Descarga el universo en ti y condensa
su pulso que te cimbra y te tensa.
Orquesta aerófona, aedo retraído
la creación exhalas y el sentido.
Eres el haz de toda simetría:
la noche que en el alba se extasía,
la copa que se agita en el cielo
y su savia que asciende desde el suelo.
«¿Ha de permanecer en mí el secreto,
caja de resonancia tan pequeña
que, insistente y fática, se empeña, [*]
o descifrar mi trino es tu reto?»