A Jorge Isaías, i. m., contemplando juntos el crepúsculo con otro amigo común,
y leyendo, en una sala de hospital, un texto de Marie Colmont traducido por Juan L. Ortiz.
«Pinta tu aldea y pintarás el mundo»
(Sentencia atribuida a León Tolstoi.)
»[…der Bestand
von bunten Pferden,] alle aus dem Land,
das lange zögert, eh es untergeht.«
R. M. Rilke, Das Karussell.
Cifraste en nívêa tela la pintura
del terruño con clave numerosa,
y en color fatigado ya reposa
del cielo en fuga, el mundo que captura.
Su ocaso es gradual, y en él perdura
la lámina locuaz y luminosa
con que cada hombre ilustra, cada cosa,
de octubre en agraz crónica madura.
Mirando tras los vidrios un celaje,
ôíste el eco: «de junco y capulí»;
y hermana voz que el «alma suspensiva»,
geminada en un místico mensaje,
de allende el mar traía hasta aquí:
era el rumor raigal, tu letra viva.